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  • Foto del escritorOhamie Aviles Santiago

Empujemos la Roca

Hace mucho tiempo, un hombre de 31 años subió al tope de una montaña muy alta y le oró a Dios pidiéndole que le dijera cómo podía acercarse más a Él. Luego de varios minutos orando intensamente, Dios le dijo lo siguiente: “¿Ves esa gran roca en la falda de la montaña?” El hombre se acercó a la orilla del tope de la montaña y miró hacia abajo. En la distancia, vio varias rocas de diversos tamaños y se percató que una de las rocas era mucho más grande que las demás. El joven hombre le preguntó a Dios: ¿A qué roca te refieres Señor? Dios le contestó: “Aquella, la más grande, ve y empújala”.

El hombre bajó inmediatamente del pico de la montaña y se dirigió hacia la roca que le señaló Dios. Sacó de su mochila unos guantes y un cinturón de cuero y se los puso. Se paró delante de la roca y comenzó a empujarla con toda su fuerza. Luego de media hora, las gotas de sudor comenzaron a bajarle por el rostro, sus brazos y su cuerpo estaban empapados de sudor, pero él continuaba empujándola más y más fuerte, hasta el punto de que cayó al suelo exhausto. Para su pesar, la roca no se había deslizado ni un centímetro hacia delante. Durante varios días, el hombre regresaba temprano en la mañana y traía consigo sogas, palancas de hierro, entre otras herramientas que se supone le ayudarían a mover la roca. Este hombre utilizó su conocimiento, su lógica y sus estrategias para mover la roca. Buscó y se instruyó en los temas de física y movimiento e hizo su mejor esfuerzo por moverla, pero después de varios días, la roca continuaba en el mismo lugar de origen. Este hombre continuaba entusiasta día tras día y se rehusaba a rendirse ante el cansancio y la fatiga. 

Pasaron semanas, pasaron meses y sus amigos y familiares le cuestionaban su insistencia. Recibió críticas, insultos y bromas, pero el hombre regresaba todos los días e insistía en mover la roca. Lamentablemente, la roca aún permanecía en el mismo lugar donde la encontró el primer día.


Después de 10 largos años insistiendo arduamente en mover la pesada roca, el hombre llegó al punto del desespero y le gritó a Dios: ¡Señor, he estado tratando de mover esta roca por diez años! Es imposible desplazarla. ¿Por qué me diste la tarea de empujar una roca que es imposible de mover? Dios, con voz de ternura le contestó: “Hijo mío, te dije que la empujaras, pero no te dije que la ibas a poder mover”. Mover la roca es mi trabajo. Tu trabajo era obedecer. El hombre confundido le preguntó a Dios: ¿Pero Señor, por qué debía empujarla si Tu ibas a moverla? ¿No te entiendo? Dios le contestó: “Hijo, cuando viniste a mí hace diez años atrás eras débil, frágil de carácter e inconsistente. Mírate ahora, ¿has notado cuán hermoso y fortalecido está tu cuerpo? Observa cuán fuerte eres en tu tu fe. Gracias a tu ardua labor: te volviste consistente, eres disciplinado, tu carácter es más robusto y sobretodo has aprendido a obedecerme a pesar de los comentarios, burlas y críticas de tus pares. Obsérva en quien te has convertido a través del esfuerzo de obedecerme empujando esta roca, hoy te pareces a mí y estoy en ti.”

¡Wow, que enseñanza! Empeño, esfuerzo, valentía, esperanza y obediencia son disciplinas que se adquieren y se fortalecen cuando rendimos nuestro razonamiento y actuamos en obediencia y fe hacia lo que Dios nos indica. En la Biblia el apóstol Pablo nos dijo en Filipenses 4:12-13 (NVI): Sé lo que es vivir en la pobreza, y lo que es vivir en la abundancia. He aprendido a vivir en todas y cada una de las circunstancias, tanto a quedar saciado como a pasar hambre, a tener de sobra como a sufrir escasez. Todo lo puedo en Cristo que me fortalece. ¿Leyeron bien? Pablo no dijo: en la mayoría de las cosas me fortalece, o en las cosas que entiendo me fortalece, o en lo que me agrada me fortalece, o en lo que me parece justo me fortalece. Todo es todo, cuando practicamos total obediencia sin ponernos pataleteros o sin hacer escenas de víctima, Cristo nos da fuerzas para enfrentar toda clase de situaciones. ¡Aleluya!


Josué fue el sucesor de Moisés y le tocó heredar unas botas muuuuy grandes al quedar a cargo de dirigir a un pueblo desobediente, rebelde y testarudo. ¿Qué le dijo Dios? “Yo te pido que seas fuerte y valiente, que no te desanimes ni tengas miedo, porque yo soy tu Dios, y te ayudaré por dondequiera que vayas.”(Josué 1:9 TLA). Si hacemos un recorrido por la Biblia, nos daremos cuenta que a cada hombre o mujer que Dios utilizó con poder les dijo lo mismo:

1. Haz y se valiente.

2. Observa con tus ojos espirituales y verás el resultado de tu obediencia.

Caminantes al Cielo: ¿Resultado que obtuvieron todos? ¡La compañía y respaldo de nuestro Padre Bueno! El cumplimiento de Su propósito que siempre fue más allá que la imaginación o inteligencia de todos ellos. Muchas veces nuestro caminar en las avenidas o caminitos de barro construidos por Dios no nos parecerán lógicos. Muchas de las órdenes que Dios nos dictará, parecerán locura o imposibles de alcanzar. Cuando lleguen esas etapas en nuestro caminar al cielo, recordemos al hombre que empujaba la roca. El obedecer, siempre traerá consigo resultados óptimos para todos. Dice 1ra Juan 2:17 (TLA): Pero lo malo de este mundo, y de todo lo que ofrece, está por acabarse. En cambio, el que hace lo que Dios manda vive para siempre. Perfectamente explicado. ¡Empujemos la roca! Bendiciones en extremo…

Escrito por Ohamie Avilés #lograrcambioshoy


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