Hay mañanas en las que nos madrugan las preocupaciones, entonces nuestro pensamiento olvida dar gracias a Dios por un nuevo día de vida y salimos de la cama diciendo: "Ay Dios mío, mira esto y aquello otro. Por favor, ayúdame, necesito…"
No está mal que al hablar con nuestro Padre Celestial seamos sinceros y abiertos respecto a nuestras preocupaciones, pero es importante recordar:
1. Aquello que podemos controlar; ocupémonos y hagamos un plan con expectativas realistas de cómo manejarlo.
a. Tengamos en cuenta que tal vez la solución no ocurra a la velocidad o en la forma que queremos que suceda.
b. La prioridad debe ser; manejar la situación con los recursos que tenemos a la mano.
2. Aquello que NO podemos controlar: (decisiones en manos de otros, enfermedad mortal, muerte, desastres naturales, injusticias, entre otros), no debe ocupar nuestro sagrado tiempo de ocupación con preocupación.
a. Pidámosle a Dios su paz en intervención divina en medio de la situación.
b. Recibamos esa paz que va por encima de nuestra actitud, de la razón, de la lógica, del conocimiento, la experiencia o nuestra fuerza y nos permite esperar.
c. Su Paz nos invadirá el corazón y la mente durante el proceso que naturalmente es difícil o parece imposible de manejar.
Caminantes al Cielo: Nuestra preocupación solo provoca angustia y enfermedad. Es una triste verdad que muchas veces pasamos mucho tiempo preocupados y sufriendo por situaciones que NUNCA llegan a pasar. Dar gracias a Dios en medio de cualquier angustia o disturbio, es el idioma que detiene el plan de Satanás y acelera la mano milagrosa de Dios. Dios NUNCA llega tarde. Para los que creemos en Jesús y somos agradecidos por lo que tenemos, Él siempre obra a nuestro favor. ¡No lo olvidemos!
Internalicemos esta verdad citada por el Apóstol Pablo: “No se inquieten por nada; más bien, en toda ocasión, con oración y ruego, presenten sus peticiones a Dios y denle gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, cuidará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús.” Filipenses 4:6-7 NVI
¡Bendiciones en extremo!
Escrito por Ohamie Avilés
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